Por Matías Layes
Ser periodista exige tener un sentido de misión que nada tiene que ver con una visión mercantilista asociada a la rentabilidad en términos monetarios. El oficio del periodista implica contraer un compromiso social que exige responsabilidad, honestidad e integridad.
A lo largo de la historia, el periodismo estuvo ligado al poder político pero tiempo después se logró independizar, aunque nunca se advirtió que los medios de comunicación se transformarían en grandes empresas con intereses comerciales, ideológicos y políticos. De modo que, lejos de ser neutrales, críticos o naturales controladores del poder, serán empresas que perseguirán objetivos comerciales que lograran manipular la información con la falacia de la neutralidad u objetividad con la que suelen disfrazarse.
La concentración monopólica de los medios y el tratamiento de la información como una mercancía han desvirtuado el ideal del periodismo de ser el vehículo de gran debate de ideas que llevaría a los pueblos a un desarrollo ético e intelectual en los temas públicos.
Hoy, con una nueva Ley de Servicios de Comunicación Audiovisuales -que aún no entró en plena vigencia- se intenta romper con los monopolios de la comunicación para darle vos a todos los actores sociales, para lograr una verdadera democratización en materia informativa.
Pero, para que el ideal sea verdad, es necesario plantear una comunicación que permita la pluralidad de voces con el fin de romper el discurso único. Aún quedan resabios de viejos tiempos que se oponen a darle voz al Otro. A ese Otro que queda excluido siempre y que como siempre ese Otro tiene mucho por decir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario